I.      Introducción.

           II.      Opinión pública y sistema político.

         III.      La opinión pública española.

        IV.      Métodos. Las encuestas de opinión.

           V.      Enlaces de interés.

        VI.      Bibliografía.  

I. Introducción.

            Hablar de la opinión pública española significa analizar las tendencias, actitudes y preferencias de la sociedad española sobre cuestiones que afectan al conjunto de la población. El mecanismo que nos permite esta evaluación es, básicamente, el sondeo o muestreo.

            Autores como Jurgen Habermas, filósofo alemán, o profesores como Juan Montabes se han ocupado del discurrir histórico del concepto, el primero desde una reflexión general de cual es el papel desempeñado por la opinión pública en el desarrollo de las democracias occidentales y el segundo, interesándose en cuestiones tales como cual ha sido la función de la prensa del Estado durante la transición  política española; en esa línea, Cándido Monzón ha realizado pormenorizados estudios de la opinión pública, sus teorías y métodos.

            Situarnos al abrigo de un concepto como el de opinión pública nos sumerge en las valoraciones de los ciudadanos sobre cualquiera de los múltiples aspectos que suponen las preocupaciones públicas y el interés general. Desde la política exterior hasta la valoración sobre un determinado partido político, un líder de opinión, la eutanasia, el endurecimiento de las penas por terrorismo, o decisiones como la integración de España en la estructura militar de la OTAN, por señalar tan sólo algunos ejemplos.

            A lo largo de la historia de la opinión pública, que como concepto y fenómeno social surge en el siglo XVIII, el llamado Siglo de las Luces, se ha dicho de ella que era la expresión de un debate razonado, un reflejo de la ideología –liberalismo– y de la clase dominante –marxismo-, uno de los pensamientos más condicionados –sociología del conocimiento-, la racionalización de un impulso colectivo –corrientes instintivistas-, la expresión de la (in) cultura de las masas –teoría de la sociedad de masas-, un efecto de los medios de comunicación –teorías del impacto de los medios– o el resultado de las encuestas de opinión. Y se la entienda de una u otra manera, la opinión pública se expresa como una fuerza moral y crítica frente al poder, sobre todo en los regímenes democráticos, incluso cuando priman los intentos de manipulación desde ese mismo poder.

II. Opinión pública y sistema político.

            El aumento del peso de los medios de comunicación en el discurrir político, la nuevas técnicas de persuasión y las aportaciones de la psicología social han modificado los tradicionales análisis de la opinión pública. Hoy el lugar natural de la opinión pública, aquella que nos remite a la parte de los ciudadanos informados y conscientes –o no tanto– que intervienen en la cosa pública, es la democracia. Pero no hay que olvidar que la libre discusión de ideas está amenazada por los intentos de los gobiernos del mundo por influir en esta opinión pública. La publicidad, la propaganda y la censura, raíz de los regímenes totalitarios, no es del todo ajena, desafortunadamente, a los sistemas democráticos.

            Los medios de comunicación actúan hoy como mediadores en la configuración de la agenda política (de ciertos partidos políticos al menos). Cuando nos referimos a la opinión pública, como señala Cándido Monzón, debemos considerar tres planos: el de los ciudadanos, el de los partidos y el del parlamento. Y a través de las encuestas de opinión, por ejemplo, podemos conocer las preferencias políticas de los ciudadanos y ubicarlas en unas escalas de autoubicación ideológica.

            No hay que olvidar que en la esfera política la opinión pública tiene su expresión máxima en las elecciones, y que entre sus muchas funciones cumple con la elevación de la conciencia política, la movilización del electorado a favor de valores sociales, objetivos y programas políticos, y con la representación de opiniones e intereses de la población (D. Nohlen).

III. La opinión pública española.

            Atendiendo a la definición de Muñoz-Alonso sobre la democracia contemporánea como un régimen de opinión, en ella se establece el papel determinante que los medios de comunicación cumplen como reflejo, resumen, exposición, crítica, orientación,... Su cometido en las democracias modernas es absolutamente fundamental.

            La transición supuso el paso de un monopolio casi absoluto de los foros de discusión por parte del Estado franquista a un régimen de libertad de mercado, que entre otras cosas, favoreció la pluralidad de ideas susceptibles de aprobación por la opinión pública. Dictadura que prohibía las libertades básicas, entre ellas la libertad de prensa. 

            La formación del espacio público democrático se alimentó del anhelo de libertad. El apoyo a las instituciones democráticas fue, desde 1978, casi total, como ha constatado en sus estudios el Centro de Investigaciones Sociológicas.

            La confianza que los ciudadanos mostraron y muestran sobre las instituciones clave, como el Parlamento o la Corona, es alta. Paradójicamente y, aún asumiendo la tendencia al cinismo político profusamente estudiada en el ámbito de la cultura política española, la confianza en los partidos políticos es baja. Se da una confianza alta en el Parlamento y una desconfianza hacia los partidos en ella recogidos. De ese tipo de aparentes contradicciones está configurada la opinión pública.

            La evolución de la valoración sobre ámbitos como el europeo ha sido a lo largo de estos años bastante alta, sobre todo si se compara con el resto de los países de nuestra área geográfica.

            Así, en este cuarto de siglo, España ha visto como su opinión pública dejaba de lado la tan mentada especificidad hispana, para pasar a formar parte con pleno derecho de la opinión pública de la Unión Europea. Un proceso que corre parejo al de nuestra modernización en el resto de los órdenes sociales.

            Cuestiones como el sostenimiento del Estado de bienestar muestran también la aparentemente contradictoria tendencia de la opinión pública. Así, el CIS en sus encuestas constata la negativa de los interrogados a aumentar los impuestos para tener más y mejores servicios públicos y prestaciones sociales (sanidad, educación, pensiones, etcétera), y ello a pesar de respaldar que éstos se financien vía impuestos y mostrar su disconformidad con el actual nivel de dichas prestaciones. Quizás eso explique más que cualquier otra interpretación, manipuladora y torticera contra la clase política, cuestiones como el referéndum de la OTAN, o los climas de opinión generados sobre cuestiones como la corrupción o la inseguridad ciudadana.

            La opinión pública es en ese sentido voluble y, no lo olvidemos, influenciable. Las élites mediáticas, políticas, sociales o intelectuales juegan un papel preponderante en su configuración.

            La distinción entre opinión pública y opinión publicada va más allá de un mero juego retórico; con frecuencia nadie sabe que es lo que de hecho piensa esa amalgama de actitudes y valoraciones que configuran la opinión pública. Aún así, hay mecanismos que desentrañan, al menos en parte, sus misterios, que nos muestran el resultado de la interacción de una multiplicidad de públicos que compiten por hacer prevalecer sus particulares formas de enjuiciamiento, en palabras de G. Sartori.

            Según el autor italiano Sani, cabría distinguir tres círculos concéntricos: un grupo reducido de ciudadanos que lleva la iniciativa, compuesto por sectores de la sociedad atentos e informados y que ocupan un lugar de privilegio en la comunicación social; un grupo más amplio, que se pronuncia sobre los problemas descubiertos o planteados por el grupo anterior; y la generalidad de gentes que desconocen los debates o sólo los conocen de forma muy vaga y aproximativa. Lo cierto es que el veredicto de la opinión pública sobre una cuestión determinada suele ser el resultado de complejos procesos de equilibrios, neutralizaciones e interacciones mutuas donde los influyentes y los influidos pueden cambiar de posición en situaciones difusas.

IV. Métodos. Las encuestas de opinión.

            Las técnicas de análisis más importantes para conocer la valoración de la opinión pública son, siguiendo a Cándido Monzón, las del panel y los barómetros de opinión, entendidas éstas como variantes de las encuestas de opinión, las entrevistas en profundidad, los análisis de escritos o comunicados dirigidos a organismos públicos (como las modalidades de cartas al director, teléfonos abiertos y recogida de firmas), la técnica de observación de comportamientos colectivos, las escalas de actitud, los estudios cualitativos de grupos, las encuestas de opinión en sí, y el análisis de contenido.

            Pero quizás el método más relevante haya sido, a lo largo de la historia, las encuestas de opinión. M. García Ferrando define una encuesta como “una investigación realizada sobre una muestra de sujetos representativa de un colectivo más amplio, que se lleva a cabo en el contexto de la vida cotidiana, utilizando procedimientos estandarizados de interrogación, con el fin de obtener mediciones cuantitativas de una gran variedad de características objetivas y subjetivas de la población”.

La encuesta de opinión sería un procedimiento para extraer información (opiniones) a través de mediciones cuantitativas de un grupo de sujetos (muestra) que pretende representar a un universo mayor (población) dentro de unos márgenes de error controlados (probabilidad).

            Las fases más importantes de una encuesta se podrían resumir como:

1.)                Proyecto y diseño de la encuesta.

2.)                La muestra.

3.)                El cuestionario.

4.)                Trabajo de campo. La entrevista.

5.)                Procesamiento de datos.

6.)                Análisis.

V. Enlaces de interés:

http://www.cis.es

Unión Europea

VI. BIBLIOGRAFÍA

ARANGO, Joaquín(1994): «Los españoles y la política, 1982-1994», VV.AA, Historias de una década. Sistema financiero y economía española 1984-1994, Madrid, CIS.

HABERMAS, Jurgen(1997): «Historia y crítica de la opinión pública», Barcelona, Gustavo Gili.

MONTALBES, Juan(1989): La prensa del Estado durante la transición política española. Madrid, CIS.

MONZÓN, Carlos(1987): La opinión pública. Teorías, conceptos y métodos. Madrid, Tecnos.