Agradecidas señas

 

                         A Luis García Montero

 

No tengo casa propia

ni coche. Vivo solo

y mi cuenta corriente

está en números rojos.

 

Habito un ventisquero,

un frío promontorio

batido por las turbias

galernas del otoño.

 

Pasé la cuarentena,

doblé mi Cabo de Hornos,

perdí todos los mástiles

del alma en los escollos.

 

He vivido en países

no demasiado exóticos,

pero del triste mundo

sé más que los geógrafos.

 

Nací bajo Saturno,

nocturno dios del plomo.

El mío ha sido un  tiempo

tirando a tormentoso.

 

Mi juventud distraje

con juegos peligrosos.

Sigo siendo de izquierdas,

aunque se note poco.

 

No recuerdo las veces

que resbalé hasta el fondo

por el derrumbadero

de los buenos propósitos

 

ni quiero dar noticia

de lances más gloriosos:

volver atrás la vista

me pone melancólico.

 

Vaya sólo un consejo

para los paranoicos:

la amnesia, si oportuna,

aleja el mal de ojo.

 

Tocando a la memoria,

mejor pecar de sobrio:

mi infancia son recuerdos

de algún parque zoológico

 

y púberes deslices

de vate vanidoso

y megalomanía

en pantalones cortos.

 

Recelo hoy de los trucos

de los poetas mozos,

y a distinguir me paro

las voces de los bozos.

 

Amo a mi pueblo vasco,

un pueblo noble y tosco

metido en un atasco

que firmaría el Bosco.

 

Le dejaré en herencia

mis huesos y mis polvos

y cuatro o cinco libros

de versos rencorosos.

 

Y si la poesía

me ha dado casi todo

( o sea, el buen puñado

de amigos que atesoro),

 

reñir y enamorarme

son artes que conozco

mejor que la poesía:

juzgad ahora vosotros.

 

 

Jon Juaristi (Bilbao 1951)

Poesía Española. La nueva poesía

Crítica, Barcelona, 1996.